Érase una vez un rey que tenía el palacio más grande del mundo. El rey era tan rico que tenía ochocientos sirvientes y el palacio era tan grande que el rey llevaba un GPS por si se perdía.
Era la persona más rica del mundo pero siempre se aburría, todos los días estaba aburrido.
Un día pensó en llamar a sus amigos pero se dió cuenta que no tenía amigos. Entonces se dió cuenta que tenía que salir a hacer amigos.
Cogió sus mejores galas y salió a hacer amigos. Todo el mundo quería hacerse amigo suyo, pero no ser rico como hacían los sirvientes, sino porque era majo.
Y hizo amigos de verdad.
César Fernández Prieto
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