Escribir para leer

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domingo, 31 de octubre de 2010

Un perro y una familia

Érase una vez un perro llamado Yago. Su dueño se llamaba Mario.
Yago era muy obediente. Nunca intentaba escapar cuando veía la puerta abierta. También era muy listo: te hacía caso cuendo le decías que se sentara o que se quedara quieto. Todos en casa le querían mucho y ern muy felices juntos: salían de paseo, jugaban, corrían y se divertían mucho. Y así fueron pasando los años. Mario se hizo mayor y decidió que Yago necesitaba una compañera con quien jugar, ya que él cada vez podía pasar menos tiempo jugando con Yago.
Un día, Mario quiso llevar a Yago y a Ángara, que así se llamaba la compañera de Yago de paseo, pero no consiguió que le hicieran caso. Yago tiraba de la manga de Mario y quería que le siguiera: ¡qué sorpresa lo que vió Mario! Había por lo menso diez cachorritos negros, marrones y blancos. Todos dormían junto a su mamá.
Mario llamó a su hermano y a sus padres para enseñarles lo que había descubierto. Ahora se habían convertido en una gran familia y debían pensar en cómo llamar a cada nuevo miembro de la familia. Tendrían que construir una nueva casa para Yago, Ángara y sus hijos, y Mario necesitaría ayuda para sacar de paseo a todos. ¡Madre mía, no tendría brazos suficientes!.
Menos mal que siempre podría contar con su hermano y sus padres.

Alejandro Agudo Morcillo

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