Escribir para leer

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

La puerta Mágica

Un grupo de amigos venían de una fiesta, ya eran las tres de la madrugada cuando, de repente, Rick cayó por una cueva invisible, era como si el suelo se lo hubiera tragado.
         -Socorro-gritó el niño.
         -Ya vamos-contestó Julia (su hermana).
De repente se oyó un golpe, Rick había tocado el suelo.
        -Ha sido muy larga la caída-dijo uno de los jóvenes.
       -Si, coged una cuerda voy a bajar-dijo Julia dispuesta a hacer todo lo que fuera por salvar a su hermano.
Julia, atada de la cuerda, empezó a bajar hasta que logró tocar el suelo.
    -Chicos, podéis bajar.
Los jóvenes bajaron. Todos estaban preocupados por Rick pero solo tenía una herida en la rodilla.
Julia encendió la linterna del móvil y pudo ver que las paredes estaban húmedas y había una especie de jeroglíficos.
Uno propuso seguir el camino que conducía a una luz blanca. Todos estuvieron de acuerdo y siguieron el camino hasta que se toparon con una puerta de madera vieja.
  -Abrámosla-dijo Rick.
Entre todos lograron abrir la puerta, pues era muy pesada.
    -¡Vayaaaa!-dijeron todos a la vez al ver lo que había detrás de aquella puerta. Aquel sitio era mágico, el suelo estaba cubierto de césped estaba lleno de árboles, flores…En una pared ponía:
BIENVENIDOS  A  PARILAND
  -Vayámonos-dijo una voz desde el fondo-son casi las cinco de la mañana.
Eso se convirtió en una rutina diaria hasta que tuvieron hijos y se lo dijeron a los suyos y así hasta que llegó el año 4999, esa cueva se convirtió en una atracción turística.
Yuri

martes, 30 de noviembre de 2010

La ciudad de los duendes

Había una vez una ciudad de duendes llamada Dimidun, en la ciudad pasaba algo raro porque todos los duendes eran humanos. La más anciana de todos se llamaba Lunia y tenía una hija que era hada y se llamaba Tania. Todo esto pasó hace muchos años, habían echado un maleficio a la ciudad cuando Lunia era una niña muy bonita a la que querían casar con el hijo de un duende malvado para reinar en la ciudad.
El padre del duende era un malvado brujo y como los padres de Lunia no querían que se casara con su hijo echaron un maleficio sobre la ciudad: Todos serían humanos hasta que Lunia tuviera una hija y un duende se enamorara de ella.
A Lunia no le pareció justo que toda la ciudad pagase por el maleficio. Además, en la ciudad solo había humanos ¡cómo se iba a enamorar su hija de un duende!.
Lunia tuvo una hija que nació el día de Halloween. Esa niña se hizo una mujer muy guapa y a la que todos en la ciudad querían mucho porque era muy buena. Cuando cumplió 18 años su madre le contó lo del maleficio y ella se puso muy triste al saber que su madre había pasado por todo eso y que toda la ciudad estaría triste hasta que ella consiguiera casarse con un duende.
Una noche preparaban una fiesta de Halloween y todos en la ciudad se iban a disfrazar. Tania no quiso ir a la fiesta, se quedó en casa pensando qué podía hacer ella para quitar el maleficio y se quedó dormida mientras en la ciudad todos se divertían.
Tania se despertó cuando llamaron a la puerta y, al abrir, se quedó con la boca abierta al ver a un duende que la invitó a ir a la fiesta. Era un duende de verdad y Tania le preguntó de dónde había salido. El duende le dijo que sus padres habían vivido muchos años en esa ciudad y se habían ido cuando élera muy pequeño.
Tania no se podía creer lo que estaba pasando y se fueron a la fiesta. Estuvieron toda la noche riendo y bailando, al volver a casa de Tania el duende le dió un beso para despedirse y pasó algo increible ¡Tania se convirtió en una duende!.
Tania y el duende, de la mano, salieron corriendo por toda la ciudad y vieron que todas las personas que antes eran personas ahora eran duendes.
El duende le contó a Tania que él era nieto de aquel brujo que echó el maleficio a la ciudad y que sus padres se habían tenido que ir de allí porque nadie de la ciudad los quería por culpa de su abuelo, pero que al contarle su padre lo que había pasado, él quiso volver a la ciudad para arreglarlo y que al verla se había enamorado de ella.
A partir de ese día toda la ciudad volvió a ser como antes y todos fueron felices.

Cristina Izquierdo Redondo

viernes, 26 de noviembre de 2010

El tercer poder

Había una leyenda que contaba la historia de 3 poderes. Estos eran agua, fuego y tierra. También había tres chicas, esas chicas se llamaban Teylor, Vanessa y Chelsy.

Un día iban caminando y sin darse cuenta chocaron y de repente vieron un portal mágico; ellas no sabían qué hacer y pasaron por él. Cuando pasaron entraron a la ciudad de Magicville. Allí encontraron a Valtorini, un malo que se hacía pasar por bueno que tenía a Pigi, su cerdito torpe.

Ellas sospechaban un poco de Valtorini, entonces se alejaron de él y llegaron a unas montañas lejanas donde se encontraron tres colgantes. El colgante que se encontró Vanessa tenía el poder de la tierra; el de Chelsy tenía el poder del fuego y el de Teylor el del agua.
Aquel sitio estaba muy oscuro y decidieron irse de allí, cuando volvieron todo el mundo les decía que se alejaran de Valtorini porque era malvado y decidieron derrotarle con sus poderes. Entonces fueron a su castillo, cuando llegaron, por sorpresa, derrotaron al malvado Valdorini y a su cerdito torpe.


F I N

Por Ainhoa Gutiérrez

sábado, 13 de noviembre de 2010

¡UN DIA DE CHICAS!

                            Había una vez un grupo de chicas, Maria, Marina, Catalina y Manuela, que un día en el colegio se fueron al baño y abrieron el baño y salió una puerta en cantada que tenía cuatro colgantes con magia: Fuego, aire, tierra y agua y los cogieron, entonces salió una bruja con muchas arrugas.
Hicieron una fiesta de pijamas y entonces salieron de los collares unas hadas y Marina se desmayó porque nunca había visto unas hadas y se llamaban: Rosa, Belen, Susi y Iris entonces salió la bruja y su diez ratas, dijo:
-  Oye niñas, esos collares son míos, me los tenéis que dar.
Las chicas no quisieron y se fueron al reino de las hadas entonces vinieron las otras brujas, una de las brujas se tomó una poción y se hizo joven.  Después lucharon con las hadas, la hada de la bruja era muy vaga y tuvieron que luchar. Las hadas de las chicas les dieron sus poderes para luchar contra la bruja, las chicas ganaron y las brujas se derritieron como  un helado y desde entonces ya no hubo brujas.

                                                           FIN                                                                                                                                                                                                                                                                                                       
Olaya

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El cazador

Érase una vez un cazador que se llamaba Juan. Salió Juan a cazar al bosque con su perro, perseguían a un ciervo muy bonito cuando ¡zas!, Juan se metió un mamporro contra el suelo.
Entonces se volvió a su casa, con su perro Tor. Al día siguiente volvió al bosque con Tor.
Tor olfateó algo y salió corriendo, Juan perseguía a Tor y resulta que era un lago. De repente el rastro seguía por dentro del lago, entonces volvieron a su casa. Al día siguiente volvió con su traje de buceo cuando ¡zas!, se encontraron un cocodrilo, entonces Tor y Juan salieron del lago pitando, entonces Juan se lo dijo a todo el pueblo.
¡Ah!, que se me ha olvidado, el pueblo se llama Villa Loca.
Bueno, a lo que iba, se lo dijo a todo el pueblo.
Uno de ellos dijo:
- ¡Cómo!.
- Sí, lo que oyes, - le contestó Juan.
- ¡No puede ser!.
- Ven y lo verás.
- Bueno.
- Bueno, pero ven con algo. Tor quédate aquí.
- ¡Guuuaaa! ¡guuuuuaaa!.
- Bueno ven, pero, Tor, tú no te metas en el agua. dijo Juan.
Entonces vieron al cocodrilo y se lo dijo a todo el pueblo. Vieron a una persona con un gorro verde oscuro y un pañuelo rojo, unos pantalones azules y una camiseta morada, con guantes negros, y dijo todo el pueblo: ¿Quién eres?.
- Soy el cazador de cocodrilos.
- ¿Cómo te llamas?.
- Me llamo Borja.
- ¿Qué vienes a hacer?
- He oído que hay un cocodrilo suelto por aquí.
- Sí, es verdad.
- Y yo que creía que me estaban engañando.
- No, no te estaban engañando. Bueno a lo que iba, ¿nos vas a yudar o no?.
- Sí claro, por supuesto.
- Ven te enseñaré el camino. Ven, seguro que eres el mejor en cazar cocodrilos.
Entonces se metió en el agua, le cogió, antes de matarlo, el cocodrilo le arrancó el brazo y fueron todos a por el cocodrilo y como estaba muy débil le pudieron matar.
Mientras que sacaban a Borja le curaron el brazo.
Y vivieron felices para siempre.

Andrea

- Bueno

domingo, 7 de noviembre de 2010

Las cuatro hadas

Érase una vez cuatro chicas.Las cuatro chicas eran muy amigas, ellas eran unas hadas, pero no lo sabían.
Un día fueron a la playa, las chicas sentían que alguien las perseguía. Una de ellas se cayó sobre una piedra, encima de la piedra había cuatro colgantes, uno era rosa, otro amarillo, otro rojo y otro azul, los cuatro colgantes subieron hacia ellas.
Apareció una señorita que les dijo:
- Sois hadas.
Una de las chicas le contestó:
- Ya, ja, eso solamente es una broma.
- A, si, y como explicas lo que ha pasado ahora. Os necesito en Magic.-les contestó la señorita.
La señorita les dijo que había un villano. Las chicas fueron con la señorita que les enseñó un portal para ir a Magic.
Entraron en Magic y cuando el villano apareció, las cuatro chicas unieron sus cuatro colgantes mágicos, atacaron al villano y este murió.
Así fue como en Magic volvieron a vivir felices.
Inssaf

domingo, 31 de octubre de 2010

El rey solitario

Érase una vez un rey que tenía el palacio más grande del mundo. El rey era tan rico que tenía ochocientos sirvientes y el palacio era tan grande que el rey llevaba un GPS por si se perdía.
Era la persona más rica del mundo pero siempre se aburría, todos los días estaba aburrido.
Un día pensó en llamar a sus amigos pero se dió cuenta que no tenía amigos. Entonces se dió cuenta que tenía que salir a hacer amigos.
Cogió sus mejores galas y salió a hacer amigos. Todo el mundo quería hacerse amigo suyo, pero no ser rico como hacían los sirvientes, sino porque era majo.
Y hizo amigos de verdad.

César Fernández Prieto

Un diablo

Había una vez una princesa y un príncipe. La princesa estaba soltera y entonces un día en su castillo se presentó un príncipe y se enamoraron hasta arriba y el rey le mandó hacer una prueba, que era matar al diablo de las tinieblas, que nadie había conseguido matar en la vida.
Una hora después, el príncipe llegó a su guarida y vió en las oscuras sombras una estatua de él. Cuando le retó, el diablo dijo que sí y que no conseguiría matarlo.
La leyenda dice que quien mate al diablo tendrá una maldición que le pertenecerá siempre.
Al final el príncipe le mató.
Cuando la princesa y el prícipe iban a casarse, él se convirtió en un demonio y la princesa se desmayó.

Moraleja: nunca luches contra un diablo.

Juan

El churro que no quería mojarse en chocolate

Había una vez un churro que no quería mojarse en chocolate así que, un día destruyó todo el chcolate.
Iba tan feliz hasta que vió una feria donde vendían chocolate con churros. Se puso muy triste y se puso a correr asustado.
De repente se encontró un grupo de niños saliendo del cole. Todos querían coger el churro.
El churro no sabía ya qué era peor: los niños o el chocolate, así que se escondió para siempre.

Rodrigo V.

Un perro y una familia

Érase una vez un perro llamado Yago. Su dueño se llamaba Mario.
Yago era muy obediente. Nunca intentaba escapar cuando veía la puerta abierta. También era muy listo: te hacía caso cuendo le decías que se sentara o que se quedara quieto. Todos en casa le querían mucho y ern muy felices juntos: salían de paseo, jugaban, corrían y se divertían mucho. Y así fueron pasando los años. Mario se hizo mayor y decidió que Yago necesitaba una compañera con quien jugar, ya que él cada vez podía pasar menos tiempo jugando con Yago.
Un día, Mario quiso llevar a Yago y a Ángara, que así se llamaba la compañera de Yago de paseo, pero no consiguió que le hicieran caso. Yago tiraba de la manga de Mario y quería que le siguiera: ¡qué sorpresa lo que vió Mario! Había por lo menso diez cachorritos negros, marrones y blancos. Todos dormían junto a su mamá.
Mario llamó a su hermano y a sus padres para enseñarles lo que había descubierto. Ahora se habían convertido en una gran familia y debían pensar en cómo llamar a cada nuevo miembro de la familia. Tendrían que construir una nueva casa para Yago, Ángara y sus hijos, y Mario necesitaría ayuda para sacar de paseo a todos. ¡Madre mía, no tendría brazos suficientes!.
Menos mal que siempre podría contar con su hermano y sus padres.

Alejandro Agudo Morcillo

Lola y yo

Érase una vez una historia que era así.
Una vez la familia Sulivan estaba triste, necesitaban algo y no sabían que era hasta que un día Crista y John fueron a una tienda de animales llamada CARICIAS. En esa tienda vieron muchos animales, pero vieron a una gatita de color canela y blanco y se la compraron.
Los Sulivan vieron al gatito y le compraron de todo: una cama, un recipiente de brillantina, etc. Crista y John decidieron que la gatita se llamaría Lola. Pasaron los años y la familia Sulivan quería cada vez más a Lola, hasta que un día Lola se escapó.
Los Sulivan estaban muy, muy tristes, buscaron y buscaron, pero no la encontraban. Se recorrieron media ciudad y nada, no la encontraban. Hasta que un día la amiga de Crista, que se llamaba Ana, la encontró, pero era tan bonita que se la quedó.
Una semana después el novio de Crista, Álex, encontró a la gatita y se la quitó a su hermana Ana y se la dió a Crista.
Crista, John, Roberth y Laura volvieron a ser felices y a comer perdices.

Claudia McGuinness Hernández

La hormiga gigante

Había una vez una hormiga tan, tan, tan grande y tan mala que un día decidió aplastar el cole. Los niños saltaron de alegría cuando conocieron la noticia paro la hormiga pensó que se estaban riendo de ella y se enfadó muchísimo. Así que decidió comerse a todos ellos, pero le faltó uno: Álvaro.
Este chico, al ver que sólo quedaba él, tuvo que pensar rápidamente y decidió coger todas las armas que pudo para matar a la hormiga, pero no funcionó, así que tuvo que usar su inteligencia, ideó un plan: cuando la hormiga se durmiera, ataría con una gran cuerda suspatas y le pondría una enorme roca detrás de ella.
Al día siguiente, cuando la hormiga intentó moverse se cayó de espaldas y se dió un buen golpe contra la roca y se mató.
¡Por fin pudo vencer a la hormiga gigante!
Los niuños que se había comido pudieron salir de su tripa y dieron las gracias al chico que les había salvado.
Todos volvieron a casa felices y contentos.

Álvaro Pérez de Santos

La niña y la caja fantástica

Esto era una niña llamada Lidia, Lidia tenía 9 años y medio.
Un día iba paseando por la calle y de repente vió una caja de cristal, Lidia la cogió y se la llevó a su casa. Pasados unos días Lidia abrió la caja y.... No pasó nada, sólo había un collar. Lidia pensaba que había otra cosa, como hadas, magia y todas esas cosas.
Resultaba que ese collar no era normal, sino que era mágico. Cumplía todas las cosas que deseabas que existieran. Y, como el collar era tan bonito, Lidia se lo ponía todos los días. Así que una tarde su madre le dió fruta para merendar y Lidia deseó que la fruta no existiera, y todos los pajaritos, los animales y personas se empezaron a poner malitos. Al día siguiente, Lidia no quería ir al colegio y deseó que los niños tuvieran coche para poder escabullirse. Y se formó un caos en la ciudad y nunca ningún niño fue al colegio.
Esa misma noche a Lidia le pareció un poco extraño que todo lo que no quería dejaba de existir. Entonces, cuando se fue a duchar, guardó el collar en la caja y entonces vió un papel que decía que esta caja contenía un collar mágico que cumplía los deseos y así se lo explicó todo.
Entonces se lo contó a sus padres y sus padres pensaron que estaba loca. Lidia les contó porqué los niños tenían carnet de conducir. Los padres pensaban que era por la política, porque eran los políticos los que habían decidido eso. Total que Lidia tuvo una idea, la idea era desear que la caja y el collar no cumplieran sus deseos.
Lidia siguió poniéndose el collar sin que le concedieran los deseos.

Paula Palacios Andréu