Había una vez una princesa y un príncipe. La princesa estaba soltera y entonces un día en su castillo se presentó un príncipe y se enamoraron hasta arriba y el rey le mandó hacer una prueba, que era matar al diablo de las tinieblas, que nadie había conseguido matar en la vida.
Una hora después, el príncipe llegó a su guarida y vió en las oscuras sombras una estatua de él. Cuando le retó, el diablo dijo que sí y que no conseguiría matarlo.
La leyenda dice que quien mate al diablo tendrá una maldición que le pertenecerá siempre.
Al final el príncipe le mató.
Cuando la princesa y el prícipe iban a casarse, él se convirtió en un demonio y la princesa se desmayó.
Moraleja: nunca luches contra un diablo.
Juan
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